POSVERDAD: Más Que Una Mentira

La mayor ironía de la denominada posverdad recae en su propia apelativo, al no tratarse de verdades sino más bien mentiras. Está incluso en el Diccionario de Oxford como la palabra del año, descrita de la siguiente forma: “Relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales”[1] . No se trata de algo que acaba de surgir recientemente, ha estado presente antaño en multiples ocaciones, pero con distinto nombre: mentira y manipulación.

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Imagen sacada de: thenorwichradical.com

 

Harry Frankfurt explica muy bien en su libro On Bullshit el cómo este bullshit (Utilizaré el término bullshit, debido a que charlatanería no me parece una traducción correcta) del que habla es enemigo de la verdad aún más que la mentira. No tiene conexión a la verdad, ni intenta hacerle justicia, y por lo tanto simplemente la ignora. El peligro recae en la necesidad de la gente en tener una opinión sobre todo lo que ocurre al rededor del mundo, sin importar la formación y los hechos a la hora de comentar estos sucesos. Se trata de hablar para ser escuchado, o quizás más bien hablar para que se vea que has hablado. La verdad puede o no estar presente, pero no importa. En nuestra época de la posverdad, parece como si se estuviera desafiando cada día el instinto máximo de búsqueda de la verdad.

El clamor desbordante que genera este bullshit en la sociedad es tanto asombroso como preocupante. A la persona íntegra le supone una amenaza a los cimientos por los cuales se ha fundado la comunidad. El uso de razón y la búsqueda de una objetividad y una verdad presente de forma absoluta desaparecen tras el manto de las emociones y la individualidad. En este mundo de bullshit, lo que importan son los sentimientos y pensamientos personales de cada uno, dejando a un lado lo real y anteponiendo siempre lo subjetivo. Parece como si se estuviera creando una dimensión paralela y un mundo en el que todo lo imaginable se hará realidad. Pero la verdad no puede ser maleable y filtrada por cada mente humana, sino que es algo que nos sobrepasa. No es algo humano, nos trasciende, y por eso no tenemos la habilidad ni el derecho de reformarla. Y sin embargo, cada día en las noticias vemos como las personas lo intentan en propagandas políticas y comentarios manipuladores.

Esto no es nada nuevo. Podemos ver en las distintas sociedades a lo largo de la historia de la humanidad, cómo cada comunidad ha tenido su propia interpretación de lo que es el bien, y de lo que es la verdad. De la misma forma, estas interpretaciones han ido evolucionando hasta llegar a las que tenemos al día de hoy, mas o menos universalizadas. La posverdad surge como una duda a la verdad, en el momento que se pasa de analizar los hechos a ir directamente a la opinión. Esta opinión es maleable, y puede ser influenciada -casi manipulada- por cualquier situación exterior.

Unido al tema de la posverdad está otro tema que afecta la integridad de las personas y la búsqueda de la verdad: la poscensura [2]. Este nuevo término apela a la tendencia de las personas y medios de comunicación de intentar constantemente de no ofender. La aparición de este fenómeno es el resultado de una falta de credibilidad de los medios, corrupción política y alineación de las redes sociales. Bajo esta situación de constante autocensura, la verdad pasa al olvido mientras se defiende una mentira.

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Imagen sacada de: toonpool.com

Ocurre cuando, por ejemplo para no ofender a una persona de cierto partido político o a una persona en una minoría étnica, se neutraliza la información y se distribuye bajo el concepto de igualdad y democracia. Para dar un ejemplo, hasta hace un tiempo a una mujer procedente de Latinoamérica se le denominaba latina. Este término apela tanto a la nacionalidad como al sexo, y es tan específico como verdadero. Sin embargo, cada vez más para no ofender ni limitar las posibilidades de las personas, se crean nuevas denominaciones como en este caso sería latinx. La verdad pasa a un segundo plano, y lleva a situaciones como en las que personas “no se sienten identificadas con un género en específico”, a pesar de ser biológicamente diseñados para ser o mujer u hombre.

Probablemente esta crisis de autocensura provenga de una manipulación extensiva de la posverdad, que haga que le demos demasiada importancia a nuestros sentimientos y emociones. Sin embargo, como seres humanos, no podemos conformarnos con esta situación. Tenemos que activamente perseguir y defender con valor y orgullo la verdad. De lo contrario, nos encontramos en situaciones en las que las mentiras se disfrazan de verdad para conquistarnos el corazón.

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Imagen sacada de: IWSMT.com

En la actualidad, lo que puso de moda el término de posverdad fue la campaña electoral del actual presidente Donald Trump. En el campo de la política, estos métodos persuasivos tienen un valor inmenso, ya que pueden determinar la voz del pueblo votante. Si cada ciudadano en vez de ceñirse a los hechos decide su voto en función de su propia opinión sin fundamento empírico, terminan habiendo votos basados en una mentira. O lo que es más preocupante, si los partidos políticos utilizan estos métodos como cimiento en los que apoyar sus ideas, como por ejemplo los alternative facts [3] en lacampaña de Trump, los ciudadanos terminan en situaciones como la que ocurrió recientemente en Estados Unidos: eligiendo el menor de dos males, con dos partidos que habían dañado y trastocado la verdad en numerosas ocaciones.

¿Cómo nos afecta la posverdad a nosotros? Cada generación nueva viene con mayores aspiraciones de comerse el mundo. Con el uso del internet, soñar está a un click de distancia. Incluso los buscadores como Google y plataformas como Facebook tienen algoritmos que nos alimentan la información que emocionalmente nos influenciará a actuar de una determinada manera. Y llega al punto en que la generación joven siente que tiene el derecho de ser grandioso. La posverdad nos afecta directamente cuando apela a estas emociones y son manipuladas para temas tan mediocres como comprar una camisa en internet, o temas tan cruciales como elegir el presidente de un país.

Resulta reconfortante pensar que a pesar de todo esto, no es posible dejar de amar la verdad. Si nuestro propósito en la vida es la felicidad, solo mediante el uso de razón, con templanza y justicia podremos llegar a conocer esta verdad. De alguna forma u otra, terminaremos apuntando en su dirección y con ojos de realidad podremos volver a ella. Si queremos alcanzar la felicidad, mediante la virtud, la verdad es una necesidad.

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